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La globalización de la indiferencia

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Hace un tiempo, el entonces Vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, dijo: “El día que nos vayamos, a España no la va a conocer ni la madre que la parió”.

Esta frase ha venido a mi mente haciendo una reflexión sobre la España que tenemos hoy, a la que ya no reconoce no ya la madre, ni la abuela ni el resto de la familia.

Según datos del Banco de España, cuando finaliza el corto período del Gobierno que presidió Leopoldo Calvo Sotelo, la deuda de España era del 16,4% del PIB.

Se inicia un nuevo Gobierno presidido por Felipe González y con Alfonso Guerra de Vicepresidente, y en 14 años de Gobierno dejaron una deuda del 67,4% del PIB, es decir, la subieron un 300%. En dicho periodo soportamos 4 devaluaciones de la peseta, se vendió una gran parte del Patrimonio Nacional (Seat, Viajes Marsans, Astican, etc…) hasta sumar, según personas entiendo bien informadas, unas 80 empresas; también en este período se inició la privatización de Endesa, Argentaria, Repsol, Telefónica, etc.. Todas las políticas aplicadas hicieron que, al finalizar el mandato, en España había un 23% de paro obrero (hoy en día, tasa de desempleo).

Entra un nuevo Gobierno, esta vez, encabezado por José María Aznar, en el que se mejora sensiblemente la deuda, y aún recurriendo también a la venta del resto del Patrimonio, se logra que se reduzca el desempleo al 12%, en esas dos legislaturas.

Nuevo cambio de Gobierno, con José Luis Rodríguez Zapatero, que en su primera legislatura vivió, según mi opinión personal, de las rentas, es decir, de la ligera bonanza que dejó el Gobierno de Aznar; y la segunda, la terminó con una deuda muy similar a la que nos llevó el Gobierno de González. Hay que destacar que, aunque hubo conatos, no se recurrió a la venta de patrimonio (solamente quedaba Loterías y Aeropuertos). De todos es sabido, por lo reciente en el tiempo, que este Gobierno finalizó con un paro de 5,5 millones, con muchas facturas en los cajones, además de complicar muchísimo el problema en la Región Española Catalana.

Llega Rajoy y, ante la alarmante situación heredada, se ve obligado a incumplir las promesas de su campaña electoral; no le quedó otro remedio, tomó medidas muy severas fiscalmente hablando y la sociedad española en su conjunto soportó silenciosamente todos los ajustes de Bruselas, para sacarnos del inminente rescate.

Me he limitado a contar mi visión sobre este período de la historia de España a partir de la transición, omitiendo los períodos de Adolfo Suárez y de Calvo Sotelo.

Es decir, en los albores de la democracia en España, iniciábamos la andadura con una deuda estatal de aproximadamente el 11,5%, un 6% de tasa de desempleo (casi Pleno Empleo), un gran patrimonio muy valioso y sin problemas territoriales ni identitarios.

La foto de la España de hoy es la de una España fragmentada, compuesta por 17 Naciones (pues el Sr. Roca, padre de la Constitución, dijo que Cataluña era Nación), una deuda de casi el 100% del PIB y una tasa de desempleo del 24 %. En conclusión, como ya nos dijo Alfonso Guerra, a esta España no la conoce ya ni la madre que la parió.

Señores, yo no puedo permanecer indiferente a lo que ocurre en ésta mi muy amada patria y aunque son muchas las personas, familiares y amigos, que me dicen: “a ti que te va bien y a la edad que tienes, ¿por qué te importa lo que está pasando?”. A mí no me ha afectado el virus de la globalización de la indiferencia, a mi me preocupa el trabajo de los jóvenes, los hogares de las familias, la atención a los desfavorecidos, la actividad de las empresas, me preocupa mi sociedad, y no puedo mirar a otro lado. Bien al contrario, yo seguiré machaconamente intentando que nuestra sociedad cambie, ya sea con mis modestos artículos, y posiblemente con mis equivocadas sugerencias, ya sea con mi participación activa en instituciones sociales que persiguen el mismo fin.

Seguiré peleando por recuperar el bienestar y la paz social, y por remover las conciencias de aquellos que pueden hacer algo para ello. Que se reflexione y analice los motivos que han llevado a este país a esta situación. España ha tenido relevantes figuras en los distintos gobiernos en sus ministerios. Con González: Almunia, Barón, Borrell, Boyer, Fernández Ordoñez, Alfonso Guerra, Saavedra, Solana, etc.. Con Aznar: Rajoy, Rato, Cabanillas, Montoro, Mayor Oreja, Zaplana, Alvarez Cascos, Arenas, Posadas, Ana Palacio, etc.. Con Rajoy: Soraya Sáenz, Guindos, Montoro, García Margallo, Gallardón, Ana Pastor, Soria, Arias Cañete, etc…

No puedo entender que ni los Presidentes, todos ellos personas preparadísimas, ni tampoco todos los arriba mencionados ministros, muchos de ellos conocidos como grandes figuras en el extranjero, ninguno de ellos haya analizado y reflexionado para averiguar qué es lo que nos ha llevado a esta alarmante situación.

Ninguno de ellos se ha parado a analizar las razones que llevaron al catedrático Barea, a decir que España además de padecer la crisis que afectó a toda Europa, y que se inició en América, padecía la gran crisis de su superestructura, creada por la fragmentación del territorio. No se molestaron, ninguno de ellos, en analizar el acertadísimo diagnóstico del Catedrático Tomás Ramón Fernández, “El tinglado de los 17 estaditos yuxtapuestos es insostenible”, diagnóstico que expuso en una conferencia en el verano de 2012 y en la que estaban presente Aznar y Rajoy.

Solamente por el título de la disertación, se debió haber iniciado un estudio del costo de este tinglado de los 17 estaditos y comprobar cuánta razón tenía Tomás Ramón, ya que no solamente era insostenible, sino que para la mayoría de la sociedad era inasumible el coste de tantas estructuras administrativas, y que ésta era la razón del tremendo deterioro de nuestro consumo; por consiguiente, la economía estará por los suelos, pues este tremendo e innecesario costo detrae tal cantidad de fondos de los bolsillos de la sociedad, que deviene en generar el paro y la pobreza que padecemos.

Tomás Ramón añadió: “cada estadito tiene su Parlamento, su Gobierno y su administración que reproducen en paralelo la organización tradicional del Estado”. Yo solamente digo que ha sido un grandísimo error, el cometido por los padres de la Constitución, al crear el estado autonómico (vamos, el genérico del Federal), y que este error ha sido ampliado y perpetuado por los distintos gobiernos de la democracia.

La primera vez que se habló de Estado Federal en las Cortes Españolas, fue el Catedrático Académico y Presidente de la Primera República D. Emilio Castelar, que sin embargo lo retiró ante la magnífica intervención del entonces joven diputado canario D. Fernando de León y Castillo, que convenció a los miembros de la misma y al propio Castelar, demostrando que el Estado Federal no era un progreso, era un retroceso. La sesión finalizó con la siguiente intervención del Sr. Castelar: “antes que liberal, antes que federal, antes que todo, soy español”.

Termino con las palabras pronunciadas por Mariano Rajoy, diario ABC, 9 de agosto: “Las Cortes Generales pueden tomar muchísimas decisiones, pero hay algunas cosas que requieren la participación de los españoles, una es el modelo del Estado, otra es lo que sea España y otra los derechos fundamentales de los españoles”. Don Fernando de León y Castillo le diría: “Sr. Presidente de España: tiene usted la más grande de las misiones, pero sobre usted pesa la más grande de las responsabilidades; ¿está usted a la altura de esa Misión?; ¿está a la altura de esa responsabilidad?; Se necesita salvar la patria con actos de entereza, de valentía, de energía, no se puede perder más tiempo”. Si a los Sres. Rajoy y Sánchez le preguntáramos si son antes autonomistas o federalistas, del Partido Popular o del Partido Socialista, responderían que ante todo son ESPAÑOLES?

Urge devolver la esperanza y el bienestar a nuestra sociedad, recuperar la unidad territorial, racionalizar las dobles y triples estructuras para reintegrar ese dinero a la sociedad y así, que a ESPAÑA la vuelva a conocer la madre que la parió.

Antonio Rodríguez Suárez, español nacido en Canarias.

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